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El pacto entre los hombres y los dioses del inframundo





El pacto entre los hombres y los dioses del inframundo

El pacto entre los hombres y los dioses del inframundo

En los albores del tiempo, cuando el mundo aún se encontraba en equilibrio entre la luz y la oscuridad, los hombres vivían a la merced de los dioses. Pero hubo un tiempo olvidado en que las almas no encontraban descanso tras la muerte. Los dioses del inframundo, cansados del caos de los espíritus errantes, se vieron obligados a descender de sus profundidades para negociar con la humanidad. Esta es la historia del pacto que cambió el destino de los vivos y los muertos para siempre.

1. El caos de las almas errantes

Antes de que los ritos funerarios fuesen conocidos, los muertos vagaban por la tierra. Cada alma retenida clamaba al cielo, provocando tormentas, enfermedades y locura entre los vivos. Los sabios de las tribus antiguas comenzaron a ver visiones: un río de sombras, montañas de huesos y una puerta sellada con fuego. Estas imágenes venían de un solo lugar: el inframundo.

  • Las almas sin guía corrompían la tierra con su presencia.
  • Los dioses del inframundo perdían control sobre su dominio.
  • Los hombres temían a la muerte más que nunca.

2. El llanto de Erea, la sacerdotisa

Entre los humanos surgió una mujer llamada Erea, una sacerdotisa dotada del don de escuchar a los muertos. Todas las noches soñaba con un dios de ojos vacíos que le susurraba una única frase: «Ven hacia abajo, y te lo revelaré.» Aquel mensaje la llevó a reunirse con los ancianos, quienes temían por su cordura, pero reconocieron que era la única capaz de contactar con el inframundo.

3. El descenso al Umbral

Erea emprendió su viaje hacia el lugar donde la tierra se abría en grietas humeantes: el Umbral, la boca del inframundo. Cavó con sus propias manos bajo la luna negra y descendió durante siete días hasta quedar frente a la puerta de obsidiana. Allí, encontró a los dioses del inframundo: Nemhuar, el juez eterno, y Lyrka, la tejedora de sombras.

  • Nemhuar exigía justicia y equilibrio.
  • Lyrka anhelaba la armonía entre los mundos.

4. La negociación con los dioses

Los dioses le hablaron con voces que quebraban las piedras. Le ofrecieron una solución, pero también un precio. Para que las almas encontraran su camino al descanso, los hombres debían rendir honor a los muertos mediante ritos y sacrificios, y en retorno, el inframundo proveería paz a los vivos.

El pacto requería de tres condiciones:

  • Erigir santuarios en honor al reino de abajo.
  • Enseñar a los vivos las oraciones de paso.
  • Enviar, una vez cada ciclo lunar, una ofrenda desde el mundo de los vivos.

5. El regreso con la llama de los muertos

Erea fue enviada de vuelta con una llama negra, símbolo de su conexión con el inframundo. Dondequiera que ella caminaba, los espíritus se apartaban y el aire se volvía denso. Pronunció ante su pueblo las palabras de los dioses y con la ayuda de los ancianos, comenzaron a preparar los primeros rituales de paso.

La tierra, por primera vez en siglos, encontró un instante de silencio.

6. La traición de Khoran

Pero la paz sería breve. Khoran, un caudillo guerrero que despreciaba los antiguos vínculos, se negó a cumplir los ritos. Reunió un ejército y destruyó los altares, creyendo que así derrotaría el miedo a la muerte. Lo consiguió, pero solo por un tiempo. Las almas volvieron a agitarse, y con ellas, los dioses del inframundo despertaron su ira.

7. La maldición de los impíos

Nemhuar, encolerizado, envió a los cazadores grises, espectros que recogían las almas de quienes negaban el pacto. El ejército de Khoran fue desintegrado por una oscuridad que no cortaba piel sino alma. Las aldeas que rechazaron el culto nocturno fueron silenciadas bajo lunas sin estrellas.

  • Los cazadores grises no dejaban huella, solo ausencia.
  • La gente clamaba por volver a los antiguos rituales.

8. El sacrificio de Erea

La sacerdotisa, viendo que el pacto se desmoronaba, tomó la decisión más difícil: ofreció su propia alma como ofrenda mayor para sellar el acuerdo por mil años. Ante un altar de piedra lunar, descendió una vez más al Umbral y se despidió del mundo de los vivos. Lo hizo en silencio y con dignidad. En su honor, se erigió la Llama de los Lamentos, encendida hasta el día de hoy.

9. El tiempo del equilibrio

Tras el sacrificio de Erea, el mundo volvió a la calma. Se construyeron templos en cuevas oscuras, y los ritos se convirtieron en parte de la vida diaria. Los ancianos enseñaban a los niños las oraciones que abrirían las puertas del río de los muertos. Nadie era enterrado sin fuego, sin canto, sin nombre.

  • Los muertos cruzaban en paz.
  • Los vivos vivían bajo el amparo de los dioses del inframundo.

10. El legado del pacto eterno

Cada cien generaciones, el inframundo elige a un nuevo Servidor del Umbral, un descendiente de Erea que recibe el don de escuchar el lenguaje de los muertos. Así se conserva el equilibrio entre los mundos. Y aunque la humanidad ha cambiado, la llama negra sigue ardiendo en el corazón de la tierra. Porque el pacto no puede romperse. Porque fue escrito no en papel, sino en alma.

Y mientras el fuego del inframundo se mantenga encendido, los muertos nunca volverán a caminar entre los vivos.