El pacto entre los dioses del agua y el desierto
En los albores del mundo, antes de que los humanos caminaran sobre la tierra, los elementos aún no habían llegado a un acuerdo. El agua y la arena guerreaban sin cesar, arrastrando el equilibrio natural del planeta hacia el caos. Esta es la historia del pacto que cambió el curso del tiempo, una alianza entre dos fuerzas aparentemente opuestas: el dios del agua, Nymos, y la diosa del desierto, Zahra.
1. El nacimiento de los elementos
En el principio, el mundo estaba formado por caos y energía. Cuando los primeros elementos comenzaron a tomar forma, surgieron los dioses que los representaban. Entre ellos, dos se alzaron con especial fuerza:
- Nymos, señor de las aguas profundas, creador de lluvias, ríos y océanos.
- Zahra, reina de la arena, forjadora del desierto, guardiana del calor y el viento seco.
Nymos se deleitaba en esculpir los paisajes con movimientos suaves y ondulantes, mientras Zahra danzaba con las tempestades de arena y extendía su reino de dunas.
2. Rivalidad de antiguas eras
No tardó en desatarse una enemistad entre ambos. Las lluvias de Nymos intentaban fertilizar las tierras secas de Zahra, mientras esta respondía con vientos ardientes y tormentas que evaporaban el agua. Durante siglos, los dos elementos se enfrentaron en una lucha interminable, provocando desastres naturales:
- Cosechas arruinadas por inundaciones repentinas o sequías sin fin.
- Migraciones animales forzadas por la falta de estabilidad climática.
- Pequeñas tribus humanas incapaces de asentarse permanentemente.
Todo el mundo sufría por su disputa.
3. La tierra en decadencia
Los dioses mayores, observando el deterioro del mundo, convocaron un consejo en el umbral del cielo. Les advirtieron que si su rivalidad continuaba, la creación entera correría peligro. Ninguno quiso ceder, pero ambos comprendían el alcance de su conflicto. Zahra, la más sabia, propuso una solución: buscar un punto de equilibrio.
4. La caminata sagrada
Como signo de buena voluntad, Zahra viajó hasta el corazón del mar, y Nymos atravesó las dunas hasta llegar al oasis más antiguo. Este viaje, que duró 40 lunas, sirvió para que ambos comprendieran mejor el mundo del otro. Vieron cómo el mar podía ser hogar y castigo, así como el desierto podía esconder vida y belleza pese a su aridez.
5. El encuentro en el valle del eco
En la frontera entre el desierto y el océano, donde los vientos no callan y las olas luchan por avanzar, se reunieron por primera vez sin armas divinas. Bajo el cielo estrellado, en el Valle del Eco, discutieron durante tres días y tres noches los términos de un pacto posible:
- Zahra aceptaría que algunas lluvias cayeran sobre sus dominios.
- Nymos permitiría que ciertas arenas formaran costas fértiles.
- Ambos crearían juntos los oasis: hijos de agua y desierto.
6. El ritual de unión
Para sellar el pacto, realizaron un ritual ancestral enseñado por los dioses mayores. Zahra moldeó una vasija con cristal de arena pura, y Nymos la llenó con agua del abismo más profundo. En su interior nació un espíritu nuevo: Oasis, el mediador. Este ente se convertiría en símbolo viviente de su alianza.
7. Los frutos del pacto
El equilibrio comenzó a manifestarse en la Tierra. En las regiones donde antes no se podía vivir, nacieron refugios de vida. Los humanos encontraron allí descanso y prosperidad:
- Oasis florecientes en medio de dunas infinitas.
- Ríos subterráneos alimentando tierras áridas.
- Climas templados que permitieron la agricultura y asentamientos permanentes.
Las tribus del desierto comenzaron a venerar tanto a Zahra como a Nymos, agradecidos por la tregua que permitía la vida.
8. La traición del viento negro
Sin embargo, no todos los espíritus del mundo estaban contentos. Zalur, el viento negro, un antiguo sirviente de Zahra, renegaba del pacto. Deseaba el poder absoluto del desierto, sin la intervención de Nymos. Manipuló tormentas y destruyó oasis, haciendo parecer que Nymos había roto su palabra. Zahra, decepcionada, se enfrentó a Nymos una vez más.
9. El juicio de los elementos
Antes de que el conflicto estallara otra vez, Oasis se alzó, ahora crecido y sabio. Reunió a ambos dioses y mostró las pruebas de la traición de Zalur. Zahra, furiosa por el engaño, desterró al espíritu rebelde a la frontera entre el vacío y la tierra, donde el viento no encuentra dirección. El vínculo entre dioses fue salvado, más fuerte que antes.
10. Legado del pacto
Desde entonces, el mundo conserva un equilibrio entre agua y arena. En cada oasis, aún se siente la presencia de Nymos y Zahra. Sus símbolos se encuentran en:
- Las piedras húmedas que emergen tras una lluvia en el desierto.
- Las dunas que protegen manantiales ocultos.
- El silencio compartido entre mar y tierra en las primeras horas del alba.
Así, la alianza entre los dioses del agua y del desierto se convirtió en una de las más veneradas por los antiguos, ejemplo eterno de que hasta las fuerzas más opuestas pueden hallar armonía si escuchan con humildad.