La historia del oasis sagrado de los dioses
En el corazón del desierto eterno, donde las dunas se alzan como montañas doradas y el calor convierte el aire en espejismos, existe una leyenda que atraviesa generaciones. Es la historia del Oasis Sagrado de los Dioses, un lugar oculto donde la divinidad y la naturaleza convergen en armonía perfecta. Entre mitos de rivalidades divinas, traiciones celestiales y la esperanza de un equilibrio olvidado, esta historia revela cómo los seres eternos moldearon un santuario entre las arenas. Aquí comienza el viaje hacia el origen de este rincón sagrado.
1. El caos antes del oasis
En un tiempo anterior al tiempo, cuando la tierra aún no era moldeada y los dioses recién despertaban del sueño primordial, el mundo era un páramo de fuego y roca seca. Las deidades luchaban por imponer su dominio, cada una queriendo tallar el mundo a su imagen. Fue entonces cuando surgió el conflicto entre:
- Sharalem, diosa del agua y la vida fluida.
- Kahar, dios del sol abrasador y del juicio eterno.
Ambos dioses veían el mundo como suyo, pero mientras Sharalem deseaba la fertilidad y la vida, Kahar anhelaba la pureza del fuego y la luz inhóspita. Durante siglos, sus energías chocaron entre tormentas y sequías que desgarraban la tierra.
2. El pacto celestial
Cansados del desorden que casi destruye la creación, los demás dioses intervinieron. Fue Naureum, el dios del equilibrio, quien propuso un pacto: crear un lugar donde ambos elementos coexistieran. Un santuario en medio del desierto donde el agua fluyera bajo la vigilancia feroz del sol. Así nació el acuerdo divino que daría origen al oasis.
3. El soplo de Sharalem
Sharalem descendió con su esencia líquida hasta el centro más seco del mundo. Con un suspiro divino, hizo brotar una fuente escondida bajo tierra. El agua manó formando lagos cristalinos, cuyas aguas curaban heridas y devolvían vida a lo marchito.
- Nacieron plantas sagradas, cuyas hojas producían néctar inmortal.
- Brotaron árboles primordiales que jamás perdían su verdor.
El corazón del oasis latía con la música del agua, pero aún faltaba el toque del otro dios.
4. El fuego vigilante de Kahar
Kahar no fue suave en su presencia. Descendió en forma de esfera ardiente que permaneció flotando sobre el oasis, asegurándose de que nada escapara del equilibrio. Su luz ahuyentaba a los oscuros y protegía el santuario de criaturas nacidas del caos.
- Secó los extremos del oasis para que ningún exceso de humedad lo corrompiera.
- Creó guardianes de luz —seres de fuego que rondaban los bordes del lugar sagrado.
Así nació el primer y único equilibrio entre sol y agua en todo el mundo.
5. Los primeros visitantes mortales
Con el oasis creado, su leyenda se propagó entre los mortales gracias a los cantos de los vientos. Personas moribundas, errantes, guiadas por voces en el aire y estrellas que cambiaban su curso, llegaron al lugar. Solo los de corazón puro y sed noble podían entrar, otros se perdían antes de alcanzarlo.
- Curanderos encontraron inspiración en sus plantas.
- Poetas se bañaron en sus aguas y cantaron estrofas eternas.
El oasis se convirtió en leyenda viva, un relicario de milagros y enseñanzas.
6. La traición de Yelzur, el dios del viento
No todos los dioses estaban conformes con ese santuario. Yelzur, dios del viento cambiante y ambicioso, se sintió excluido. Su dominio sobre el cielo no le permitía crear nada duradero, y envidiaba la armonía alcanzada por Sharalem y Kahar. Planeó entonces desestabilizar el oasis generando tormentas de arena que dispersaban sus límites.
- Huracanes temporales ocultaron los caminos hacia el oasis.
- El agua fue contaminada con polvo de olvido.
La traición sembró el caos y los dioses volvieron a enfrentarse.
7. La prueba de los dioses humildes
Cuando el oasis estuvo a punto de desaparecer, tres deidades menores descendieron:
- Elaura, la guardiana de los susurros del bosque.
- Korim, dios de las semillas dormidas y el renacer.
- Lunther, tejedor de nieblas y recuerdos.
Ellos cruzaron cada frontera del oasis y ofrecieron su esencia para restaurar aquello que Yelzur había corrompido. Su sacrificio recompuso la armonía, aunque a cambio perdieron su forma divina para convertirse en espíritus guardianes de aquel lugar.
8. El secreto de las lenguas del agua
En la calma que siguió al caos, Sharalem regaló a ciertos mortales la sabiduría de las «lenguas del agua»: un lenguaje antiguo capaz de dialogar con la vida misma. Los elegidos podían sentir el murmullo de los ríos, entender a las raíces y pedir lluvia.
- Muchas civilizaciones florecieron alrededor del mito oral del oasis.
- Los sabios de tres continentes peregrinaron esperando aprender el idioma sagrado.
Pero esta sabiduría debía mantenerse con reverencia, pues el abuso traería sequía eterna.
9. El eclipse del pacto
Tras milenios de paz, un eclipse total cubrió el oasis. Era la señal del tiempo límite del pacto entre Sharalem y Kahar. Muchos temieron el fin del edén divino, creyendo que los dioses habrían decidido separarse. Pero ocurrió lo inesperado: Kahar ofreció una segunda alianza no por deber, sino por respeto. Por primera vez, los dioses no dictaron equilibrio, lo eligieron.
- El cielo brilló con una segunda aurora, color oro y azul.
- La fuente del oasis se hundió más profundo, haciéndolo aún más oculto.
El oasis seguiría existiendo, pero solo sería encontrado por aquellos cuyo espíritu supiera leer desequilibrios y restaurarlos.
10. El legado del oasis sagrado
Hoy, el Oasis Sagrado de los Dioses vive en los suspiros del desierto, en las historias transmitidas bajo la luna nueva. Aún se habla de viajeros que desaparecen durante tormentas de arena y despiertan rodeados de palmas eternas, escuchando el murmullo del agua primordial.
- Algunos regresan con dones inexplicables.
- Otros se convierten en mitos inmortales, fusionados con el oasis.
Porque el oasis no es solo un lugar: es la prueba de que incluso los dioses pueden decidir preservar la armonía. Y mientras el equilibrio exista en al menos un corazón de esta tierra, el Oasis Sagrado no morirá.