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El misterio de los dioses errantes que visitaron la Tierra





El misterio de los dioses errantes que visitaron la Tierra

El misterio de los dioses errantes que visitaron la Tierra

En tiempos antiguos, mucho antes de que los relatos fueran grabados en piedra o escritos en pergaminos, el mundo fue visitado por figuras divinas que cruzaban el firmamento. Estos dioses errantes, misteriosos y poderosos, dejaron huellas en la memoria de las civilizaciones antiguas. Algunas culturas los adoraron, otras les temían. Esta es la historia reconstruida de aquellos encuentros, revelada a través de sueños, leyendas y ruinas olvidadas.

1. Los Cantos del Éter

Antes del tiempo, en el vasto infinito del cosmos, resonaban los cantos del éter, una melodía sagrada entonada por los dioses viajeros. Cada vez que un dios cruzaba una galaxia, su presencia creaba armonías que daban nacimiento a estrellas. Entre ellos se encontraba Mykara, la diosa de lo invisible; Thalanor, el arquitecto de mundos; y Vaekros, el herrero de cuerpos celestes.

Un consejo estelar, conformado por estos y otros seis dioses errantes, decidió abandonar su trayecto eterno para visitar un mundo específico: la Tierra. Habían escuchado ecos de vida inteligente y sentían que algo en ese pequeño planeta azul resonaba con los antiguos cantos del cosmos.

2. El Despertar de los Ojos Celestiales

Hace más de 10,000 años, en mares quietos y cielos sin artificio, los primeros humanos comenzaron a mirar hacia arriba. En sueños, algunos sabios escuchaban voces suaves, y en lo más profundo de la jungla, tribus aisladas danzaban siguiendo estrellas que cambiaban de curso inexplicablemente.

Mujeres y hombres dotados de una sensibilidad ancestral vieron en el cielo no constelaciones, sino ojos, ventanas brillantes por las que seres infinitos los observaban. Así comenzó la era de los Ojos Celestiales, cuando los dioses errantes descendieron silenciosamente, ocultos tras nubes densas y montañas imposibles.

3. El Descenso de Thalanor

Thalanor fue el primero en tocar la Tierra. Su llegada fue invisible para la mayoría, pero dejó señales:

  • Círculos de piedra que surgieron de la nada
  • Colinas perfectamente simétricas
  • Una canción que se escuchaba en los valles sin fuente aparente

Su presencia despertó la imaginación arquitectónica de los humanos: enseguida comenzaron a construir monumentos, guiados por sueños en los que aparecía un hombre de ojos dorados y túnicas que flotaban incluso sin viento.

4. Mykara y los Susurros del Viento

Mykara no se dejó ver. Ella se filtró en forma de viento, de bruma, de intuición. Fue la inspiración tras las primeras pinturas rupestres y los bailes rituales. Las mujeres sabias la llevaron en su voz y en el movimiento de sus manos al trenzar hierbas curativas que antes nadie se atrevía a tocar.

Mykara enseñó a los humanos a leer el cielo emocional de la Tierra: las presiones invisibles, los secretos enterrados, los espíritus que habitaban raíces y nubes.

5. El Fuego de Vaekros

La llegada de Vaekros fue más violenta. Cayó como meteorito en una región volcánica y de su cráter surgieron chispas metálicas, cenizas de otro mundo que alteraron el campo magnético terrestre.

Los humanos comenzaron a dominar el fuego de forma más precisa. Aprendieron a forjar los metales y dar forma a armas y herramientas con técnicas que, hasta entonces, parecían imposibles.

Se dice que quienes trabajaban el hierro o el oro en sacrificio a Vaekros escuchaban su voz, gruñona y poderosa, guiándolos a través de la fragua.

6. El Juramento de los Nueve

En un valle oculto entre mesetas, donde el tiempo avanzaba más lento, los nueve dioses errantes se reunieron en forma física por única vez. Allí firmaron el Juramento del Silencio Terrestre, comprometiéndose a nunca interferir abiertamente con la evolución humana, sólo a inspirar y guiar desde la sombra.

Sellaron ese pacto con un alineamiento astronómico: nueve estrellas que sólo se verían una vez cada 39 siglos. En ese instante, la conexión entre su plano y la Tierra se abría brevemente.

7. Las Ciudades del Espejismo

Tras esa reunión celestial, surgieron lo que hoy se recuerdan como ciudades que desaparecieron. Lugares tan avanzados, tan imposibles, que los humanos no pudieron sostenerlas.

  • Torres de cristal que reflejaban pensamientos
  • Calles que cambiaban de forma según el humor de sus caminantes
  • Jardines que curaban enfermedades solo con aromas

Fueron obsequios de los dioses, pero se desvanecieron tan repentinamente como llegaron. Algunos afirman que nunca existieron y fueron solo visiones colectivas inducidas por la proximidad divina.

8. La Rebelión de los Brillantes

Un grupo humano, dirigido por una mujer llamada Seret-Anu, deseó invocar nuevamente a los dioses errantes. No aceptaban su retirada y lucharon por abrir permanentemente el portal celeste. Usaron símbolos y piedras recibidas directamente de Thalanor y Vaekros.

Los ritos fueron detenidos por Mykara, quien hizo caer sobre la montaña sagrada una niebla eterna. Desde entonces, esa región quedó maldita para los que desean caminar al cielo sin permiso.

9. El Olvido Programado

Los dioses errantes, viendo que su influencia comenzaba a dividir más que a unir, tomaron una decisión final: sembrar en la mente colectiva de los humanos el olvido. Usaron las estrellas como anclas de memoria y el tiempo como velo.

Las culturas que los veneraron con mayor fervor fueron las primeras en olvidar. Solo quedaban símbolos crípticos, relatos fracturados y ruinas sin explicación lógica.

10. Las Profecías del Eco

Hay profecías que aseguran que los dioses errantes volverán cuando las nueve estrellas vuelvan a alinearse. Un eco resonará a través del globo: será un canto, antiguo y melódico, idéntico al que creó las primeras estrellas.

En esa era futura, el velo del olvido se levantará y los humanos descubrirán:

  • Que no están solos
  • Que sus dioses son viajeros incansables, no creadores absolutos
  • Que todo lo divino duerme dentro de ellos, esperando ser despertado

Mientras tanto, entre ruinas y constelaciones, el misterio sigue vivo, esperando la canción correcta para activarse una vez más.