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El misterio del escorpión de fuego de Serket

El misterio del escorpión de fuego de Serket

Durante los días del Antiguo Egipto, cuando los dioses caminaban entre los hombres y los desiertos ardían con el aliento de Ra, surgió una leyenda que solo pocos escribas se atrevieron a conservar en sus papiros. Se trata de la historia de la diosa Serket, protectora contra los venenos y guardiana de los secretos del más allá. Pero también es la historia de una criatura nacida de su poder: el escorpión de fuego. Un ser que no obedecía ni a dioses ni a mortales, y cuyo destino cambiaría para siempre el equilibrio entre la vida y la muerte.

1. El nacimiento en las arenas de Sekhet

En los vastos desiertos de Sekhet, donde el sol parecía inmisericorde y el viento hablaba con voces antiguas, la diosa Serket caminaba en silencio. Allí, tras salvar a una mujer moribunda por una picadura de escorpión, la diosa derramó sin querer una lágrima divina.

Esa lágrima cayó sobre una roca abrasada por el sol del mediodía, y de ella emergió una criatura pequeña pero brillante: un escorpión ardiente, con el cuerpo de obsidiana y la cola encendida con fuego. Serket lo llamó Kheperi-sen, «Nacido del Dolor y la Luz». Pronto, comprendió que la criatura estaba viva, y dotada de algo más que instinto.

2. El escorpión que no obedecía

Kheperi-sen no era un simple animal. Al contrario:

  • Hablaba con los vientos del desierto
  • Veía las almas de los hombres antes de morir
  • No obedecía orden divina alguna

Serket, asombrada, intentó guiarlo, enseñarle el equilibrio entre la cura y el veneno. Pero el escorpión no aceptaba límites. Su fuego crecía con el dolor de los humanos, y cada muerte injusta lo hacía arder con más furia.

3. Los signos de desequilibrio

Pasaron años, y los pueblos cercanos empezaron a notar cosas extrañas:

  • El agua se evaporaba antes de tocar el suelo
  • Las sombras se alejaban de ciertos oasis
  • Bestias caían muertas sin heridas, con la lengua de fuego dentro del pecho

Los sacerdotes llevaron sus súplicas a los templos. Los escribas consultaron los antiguos rollos. Todos señalaban a lo mismo: una presencia ardiente vagando sin rumbo. Serket comprendió entonces que su criatura se hallaba fuera de balance.

4. La consulta a Thot

Serket viajó entonces hasta el templo oculto de Thot, el dios de la sabiduría y las palabras. Allí, en un salón de columnas de alabastro y runas vivientes, pidió consejo al Custodio del Saber.

Thot consultó sus rollos interminables, hasta que sus ojos reflejaron una visión temible: el escorpión de fuego no solo ardía por sí, sino que su existencia desequilibraba la balanza del juicio en el Duat, el inframundo.

—Kheperi-sen no fue creado, —dijo Thot—, fue convocado por un fragmento de poder no comprendido del Todo.

Y añadió: «No puedes matarlo, solo puedes entenderlo. Y eso implica caminar con él a través de sus fuegos.»

5. El pacto con el fuego

Serket encontró al escorpión vagando por la vasta llanura de Ehnai, devorando el fuego de una tormenta de arena. Allí no lo enfrentó con armas ni con autoridad. Se desnudo de divinidad y se sentó frente a él.

—¿Por qué ardes tanto, hijo mío? —le preguntó.

Y Kheperi-sen le respondió con una voz gutural y antigua:

Ardo por lo que los dioses no ven. Por las muertes injustas que no impiden. Por los rezos ignorados.

Serket se estremeció. Ella misma había ignorado súplicas. Entendió que el fuego de su escorpión no era destrucción ciega, sino rabia acumulada por siglos. Le propuso un pacto: unir fuerzas para castigar las injusticias, pero preservar el balance.

6. La aparición del sacerdote oscuro

Pero toda fuerza desequilibrada atrae a quienes buscan aprovecharla.

Desde las ruinas de Khaem, surgió un sacerdote renegado llamado Nepari. Él había leído fragmentos de la historia del escorpión de fuego y anhelaba su poder para abrir las puertas del Duat y gobernar sobre vivos y muertos. Mediante antiguos rituales, llamó a Kheperi-sen con fuego negro, que bloqueó su pacto con Serket.

Kheperi-sen ahora rugía en llamas sin control, atrapado en la telaraña de hechizos oscuros. Nepari pretendía sacrificar 100 corazones puros para hacer del escorpión un guardián del umbral del juicio.

7. El juicio de los corazones

Serket convocó a los otros dioses: Anubis, Osiris, Isis y Horus. Todos sabían del peligro que suponía el plan de Nepari. Sin embargo, no podían intervenir directamente en el mundo mortal sin romper el Equilibrio.

Fue entonces que Serket bajó disfrazada al mundo, en forma de peregrina. Reunió a un grupo de justos, entre ellos:

  • Una madre cuya hija fue robada por la guerra
  • Un poeta ciego que escribía la memoria del pueblo
  • Un ladrón arrepentido que confió su alma a la verdad

Con estos corazones puros, Serket interrumpió el ritual de Nepari. En lugar de alimentar su poder, el propio escorpión se liberó, reconociendo en ellos el fuego que no destruía, sino que recordaba.

8. El duelo entre fuego y sombra

El enfrentamiento final fue en la cima de la colina Karah. Nepari, transformado en sombra viva, lanzó maldiciones que hacían gritar a las estrellas. Kheperi-sen respondió con fuego que derretía las piedras.

Serket, en medio de ambos, sostuvo la balanza que pesaba los actos. Mientras los elementos se desataban, recitó un antiguo cántico:

Solo quien abrace su propia sombra, podrá contener el fuego de otros.

Y fue Kheperi-sen quien entendió. Se lanzó sobre Nepari, no para matarlo, sino para arder con él en un fuego de juicio. Ambos desaparecieron entre lenguas de llama que no dejaban cenizas.

9. El descanso del escorpión

Días después, el desierto estaba en calma. En el lugar del duelo, solo permanecía una piedra negra en forma de escorpión, sin fuego, con una inscripción:

“Fui nacido del dolor y vi el dolor. Que ahora el Equilibrio viva donde el fuego se hizo sabiduría.”

Serket recogió la piedra y la colocó en su templo, bajo siete sellos de oro. El pueblo lo visitaba en silencio, y quienes sufrían picaduras venenosas sobrevivían al tocar el altar. El escorpión, ahora dormido, custodiaba con su esencia a todos los justos.

10. Legado en las arenas

Con el paso de los siglos, la historia de Kheperi-sen se volvió un mito más entre los corredores del Nilo. Pero los sacerdotes de Serket aún cuentan secretos a aquellos que pasan la prueba del juicio: que el escorpión de fuego no murió, sino que dormita en los corazones de quienes no temen ver el dolor del mundo y actuar por justicia.

A veces, cuando el sol toca directamente la piedra de su altar, se dice que una chispa de fuego brilla en la punta de su cola.

Y los sabios, al verla, murmuran: “El fuego que consume puede también sanar, si arde por la verdad.”