Saltar al contenido

El mito del trono de luz de los dioses



El mito del trono de luz de los dioses

El mito del trono de luz de los dioses

En los tiempos primordiales, cuando el cielo y la tierra aún no estaban
del todo separados y las fuerzas del cosmos danzaban en eterna creación,
surgió entre los dioses un deseo: el de forjar un trono que simbolizara la
unión, la sabiduría y la justicia. Así nació la leyenda del Trono de Luz,
una reliquia sagrada que solo el más digno entre los dioses podría ocupar.
Esta es la historia de su creación, su poder y la lucha por controlarlo.

1. El juramento de los antiguos dioses

En el principio del tiempo, los dioses primigenios —Athur, la Luz Infinita,
y Norakh, el Equilibrio— establecieron un juramento sagrado: crear un
símbolo que presidiera la armonía del mundo celestial
. Este símbolo se
convertiría en el núcleo del Panteón, y su poder irradiaría hacia los
mundos inferiores, trayendo balance y justicia.

  • Athur ofreció su luz inmortal como base del trono.
  • Norakh cedió una porción de su esencia para mantener el juicio equilibrado.
  • Ambos dioses sellaron su pacto con una llama estelar.

2. La forja entre los mundos

El trono debía ser forjado en un sitio donde convergieran las fuerzas
primordiales. Eligieron el abismo entre el cielo ardiente y el océano etéreo,
conocido como El Umbral del Amanecer. Allí, los dioses herreros, hijos del fuego de Ulmar y la piedra de Vael, pusieron manos a la obra.

Durante siete eras cósmicas, los artesanos armaron el trono con materiales sagrados:

  • Fragmentos de cometas ancianos como sostén.
  • Hilos de luz solar fundidos con lágrimas de estrellas moribundas.
  • Runas talladas por el tiempo para proteger su esencia de la corrupción.

3. La ascendencia del Trono

Una vez concluido, el Trono de Luz fue alzado en el centro del Cielo Supremo,
flotando sobre la Torre Celestis. Los dioses se reunieron y proclamaron el
principio de una nueva era: la Edad del Trono. Solo aquel que irradiara
pureza, sabiduría y sacrificio podría sentarse en él.

En aquella época, ningún dios se sentía digno, y el trono permaneció vacío,
brillando con luz serena. Su poder comenzaba a manifestarse:

  • Armonizó los ciclos de la luna y el sol.
  • Evocaba paz entre los dioses menores.
  • Protegía los portales entre los mundos.

4. La primera disputa divina

Con el pasar de los milenios, algunos dioses comenzaron a codiciar el trono.
Kaor, dios del orgullo celestial, fue el primero en intentar sentarse en él.
Cuando lo hizo, el trono lo rechazó, su luz se tornó fuego purificador y
Kaor fue desterrado a la Sombra Eterna.

Fue un aviso: el trono no podría ser reclamado por la ambición.

5. El susurro de Dheria, diosa del velo

En la oscuridad del exilio, Kaor fue encontrado por Dheria, la diosa del
velo entre la realidad y la mentira. Ella alimentó su resentimiento y le enseñó
artes antiguas para burlar la voluntad del trono.

Juntos tejieron un plan: contaminar el linaje de los dioses con discordia.

6. El descenso del equilibrio

Mientras tanto, Norakh, agotado por mantener el orden entre los mundos, cayó
en un sueño profundo conocido como La Niebla de Inercia. Su ausencia
desequilibró el Panteón. Los dioses menores comenzaron a disputar dominios
sin leyes sagradas.

  • Las tormentas devoraron los océanos celestiales.
  • Los ríos del tiempo se congelaron y extraviaron sus cauces.
  • Los humanos comenzaron a olvidar los rostros de sus creadores.

7. El nacimiento de Lurek, el hijo inmortal

De la unión secreta entre Athur y la diosa mortal Leira nació Lurek,
un semidiós que brillaba con la luz de su padre y la compasión de su madre.
Los oráculos pronosticaron que él podría restaurar el equilibrio.

El trono comenzó a pulsar con fuerza inusitada y muchos lo interpretaron
como una señal divina.

8. La Gran Prueba

Para demostrar su valía, Lurek emprendió la Gran Prueba: una travesía a
través de los tres reinos prohibidos.

  • El Reino del Olvido: donde enfrentó las memorias distorsionadas de su linaje.
  • El Reino de los Ecos: donde escuchó las verdaderas voces del pasado.
  • El Reino del Fulgor Caído: donde luchó contra Kaor, quien intentó usurpar su ascenso.

Al vencerlos y con el corazón libre de vanidad, Lurek emergió listo.

9. El ascenso al Trono de Luz

Ante los ojos del cosmos entero, Lurek ascendió a la Torre Celestis.
El trono lo aceptó: sus runas brillaron, su esencia se expandió y
una melodía de armonía envolvió todos los reinos.

Lurek se convirtió en el Primer Portador de la Luz del Juicio, y su
reinado fue conocido como la Edad de la Claridad.

  • Restauró a Norakh, despertándolo de su sopor.
  • Selló a Kaor en las grietas del Silencio Infinito.
  • Reavivó la fe de los humanos y de los dioses menores.

10. El legado del trono

Aunque Lurek reinó muchas eras, sabía que su tiempo también era finito.
Antes de desaparecer entre las nubes del Tiempo Puro, dejó una profecía:

“El trono de luz no es posesión de uno, sino reflejo de la verdad eterna.
Cuando los mundos nuevamente se desequilibren, aquel de luz interior deberá alzarse.”

Desde entonces, el trono yace vacío, esperando al próximo digno. Y en
cada aurora, los cielos brillan un poco más, como si buscaran a su nuevo
heredero.