La leyenda de la primera esfinge viviente
Desde tiempos inmemoriales, las esfinges han sido símbolos de sabiduría, poder y misterio. Representadas con cuerpo de león, alas de ave y rostro humano, se dice que existió una primera esfinge viviente, la madre de todas. Esta historia, olvidada por los siglos, narra su origen y su destino, entre los dioses, los hombres y las bestias.
1. El Presagio de la Estrella Roja
Cuando los cielos se oscurecieron durante tres días y una estrella roja cruzó el firmamento, los sabios de Kemet, la tierra de los ríos, interpretaron esto como un presagio. Los templos estaban inquietos, pues las estrellas rara vez mentían. Fue entonces cuando la diosa Neith, señora de la sabiduría y la creación, descendió a la Tierra en forma de llama, anunciando que una criatura singular nacería del cruce entre los reinos del cielo, la tierra y los hombres.
2. El Sueño del Faraón Sekhmare
Esa misma noche, el joven faraón Sekhmare soñó con una majestuosa criatura alada que le hablaba desde una pirámide aún no construida:
- «Yo uniré los misterios del cielo, las fuerzas de la tierra y la sabiduría del hombre.»
Al despertar, ordenó levantar un templo en el centro del desierto, justo donde los tres ríos invisibles —uno de agua, uno de arena y uno de viento— se encontraban. Allí esperaba entender el mensaje de su visión.
3. El Ritual de los Tres Corazones
Neith instruyó a los sacerdotes a recolectar tres ofrendas esenciales para crear vida divina:
- Un corazón de león recién fallecido, símbolo de fuerza terrenal
- Una pluma del halcón de Ra, símbolo del vuelo celestial
- El alma de un sabio anciano, que ofreció su vida por el conocimiento
Durante una noche sin luna, en una ceremonia cubierta de cantos antiguos, estas tres esencias fueron consumidas por el fuego sagrado de Neith. La arena tembló, el viento rugió por los desfiladeros del desierto, y una nueva criatura despertó.
4. Nace Amunet, la Esfinge Viviente
De entre las llamas surgió Amunet, la primera esfinge viviente. Su cuerpo relucía como el oro bruñido, sus alas eran tan grandes como los estandartes del templo, y sus ojos mostraban una luz profunda, ajena a este mundo. Ella habló por primera vez con voz doble, como si dos almas habitaran dentro de ella:
“Soy la pregunta y la respuesta. Soy lo que estuvo antes y lo que vendrá después.”
El pueblo de Kemet la adoró como un oráculo viviente.
5. El Primer Enigma
Para probar la sabiduría de los hombres y preparar a los futuros reyes, Amunet propuso un enigma a los sabios del reino. Ella les dijo:
“No es bestia ni dios, mas se alimenta de ambos. Vive donde mueren las palabras y crecen los ecos. ¿Qué soy?”
Muchos fallaron; algunos enloquecieron. Solo una anciana llamada Nubet, curandera del sur, supo la respuesta:” El silencio.” Amunet sonrió por primera vez. Desde entonces, los enigmas se volvieron su lenguaje sagrado.
6. La Ira del Dios Set
Pero no todos estaban complacidos con la creación de Amunet. Set, dios del caos y del desierto, vio en ella una amenaza a su dominio. Envidioso de su poder, envió tormentas de arena para borrar el templo donde habitaba. Sin embargo, ni el viento ni las llamas lograron tocarla. Amunet, sin moverse, pronunció un único nombre olvidado, y las tormentas se disiparon, obedeciendo una fuerza más antigua que el propio Set.
7. El Exilio Voluntario
Tras ese evento, Amunet comprendió que el mundo no estaba listo para su presencia. Se despidió del faraón Sekhmare y susurra estas palabras:
- «Donde mi sombra caiga, florecerá la pregunta eterna.»
Se adentró en el corazón del desierto, volando hacia el oeste, más allá de las arenas del tiempo, para esconderse de los hombres hasta que fueran dignos de su sabiduría.
8. La Esfinge de Giza
Siglos después, cuando los hombres empezaron a olvidar a Amunet, un nuevo faraón, Kafra, soñó con su figura al pie de una montaña de oro. Inspirado por su visión, mandó tallar en piedra la imagen que había visto: cuerpo de león, alas recortadas y rostro humano. No tenía voz, pero su presencia dominaba. Así nació la Gran Esfinge de Giza, como recuerdo mudo de Amunet.
9. El Regreso En Silencio
Mientras las civilizaciones caían y los imperios se alzaban, algunos viajeros juraban haber visto a una criatura alada en los confines del mundo, donde el cielo besa la arena. A veces en la India, otras en los Andes, y también en las zonas heladas del norte. Se decía que enseñaba a quienes superaban sus enigmas, y se desvanecía sin dejar rastro.
10. Legado Eterno
Según los antiguos textos ocultos, Amunet sigue viva, no como una criatura de carne, sino como una idea, un eco, un símbolo. Algunas enseñanzas aseguran que:
- Cada gran pregunta nace de su aliento
- Donde hay un misterio, ella contempla
- Todo aquel que enfrente su enigma, camina hacia su propia verdad
Así, la primera esfinge viviente no fue una diosa ni una bestia, sino un puente sagrado entre mundos. No espera ser hallada, solo comprendida.