
¿Qué es la mitología azteca?
La mitología azteca es el conjunto de creencias y relatos sagrados del pueblo mexica, uno de los pueblos más importantes de Mesoamérica antes de la llegada de los españoles. Como muchas religiones politeístas, la mitología azteca está llena de dioses, héroes, monstruos y ciclos cósmicos que explicaban el origen del mundo y su estructura. Su cosmogonía compleja se sostenía en torno a la idea de que el universo era cíclico, con múltiples creaciones y destrucciones del mundo.
Los mexicas creían que vivían en el Quinto Sol, es decir, en la quinta era del mundo, cuya estabilidad estaba constantemente amenazada. El sacrificio humano era esencial para mantener el equilibrio cósmico, ya que alimentaba a los dioses y garantizaba la renovación del sol y la fertilidad.
La creación del mundo y los soles
Según la mitología azteca, el mundo fue creado y destruido cinco veces por distintos dioses. Cada una de estas etapas es conocida como un «sol», y cada sol terminaba en una catástrofe que marcaba el fin de una era.
Los cinco soles fueron:
- Primer sol: gobernado por Tezcatlipoca. El mundo fue destruido por jaguares.
- Segundo sol: dominado por Quetzalcóatl. Fue destruido por fuertes vientos.
- Tercer sol: consagrado a Tláloc, dios de la lluvia. Terminó con una lluvia de fuego.
- Cuarto sol: dominado por Chalchiuhtlicue, diosa del agua. Fue destruido por una gran inundación.
- Quinto sol: sol actual, creado por Nanahuatzin y sostenido por el sacrificio de sangre. Aún continúa, pero sólo se mantendrá si los dioses reciben alimentaciones constantes.
Este ciclo representa la importancia del tiempo, la muerte y el sacrificio en la cosmovisión azteca.
Los dioses principales del panteón azteca
La mitología azteca cuenta con un extenso panteón de dioses, muchos de ellos adoptados o reinterpretados de otros pueblos mesoamericanos. Cada divinidad tenía atributos específicos que regían los distintos aspectos del mundo natural y humano.
Algunos de los dioses más importantes son:
- Huitzilopochtli: dios del sol y de la guerra, patrono del imperio mexica. Era el centro del culto militar y uno de los principales destinatarios de sacrificios humanos.
- Quetzalcóatl: «la serpiente emplumada», dios del conocimiento, la vida y el viento. También fue considerado el creador de la humanidad actual.
- Tezcatlipoca: dios de la noche, el destino y los conflictos. Antigua deidad tolteca, rival eterno de Quetzalcóatl.
- Tláloc: dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad. Necesario para las buenas cosechas, a menudo era temido tanto como venerado.
- Coatlicue: madre de Huitzilopochtli, diosa de la tierra y la fertilidad, representada con forma terrorífica y símbolo del poder creador y destructor.
- Xipe Tótec: «Nuestro Señor el Desollado», dios de la agricultura, la renovación de la vida y el sacrificio.
El mito del nacimiento de Huitzilopochtli
Una de las narraciones más emblemáticas de la mitología azteca cuenta el nacimiento de Huitzilopochtli, el dios solar y guerrero. Su madre, Coatlicue, quedó embarazada al guardar una bola de plumas en su seno. Sus hijos previos, Coyolxauhqui y los 400 surianos (Centzon Huitznáhuac), se enfurecieron por su embarazo «sospechoso» y decidieron matarla.
Cuando Coyolxauhqui se dispuso a matarla, Huitzilopochtli emergió completamente armado del vientre de Coatlicue y asesinó a sus hermanos. Decapitó y desmembró a Coyolxauhqui, arrojando su cuerpo por los escalones del cerro Coatepec. Esta gesta explica por qué el templo principal de Tenochtitlán tenía en su escalinata una representación de la diosa descuartizada.
Este mito simboliza el triunfo diario del sol sobre la luna y las estrellas, y refuerza la necesidad de sacrificios para mantener esa victoria cósmica.
El inframundo: Mictlán
El Mictlán era el lugar adonde iban las almas de quienes morían de forma natural. Era gobernado por dos deidades: Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, el señor y la señora del inframundo, representados con rostros descarnados y aspecto tétrico.
Para llegar al Mictlán, el alma debía atravesar nueve niveles donde enfrentaría desafíos y castigos durante años. Sólo quienes morían violentamente o con alguna causa sagrada (como en el combate o el parto) escapaban de esta travesía, y en cambio iban a otros destinos celestiales.
El papel del sacrificio humano
Uno de los aspectos más conocidos y controvertidos de la religión azteca es su práctica ritual del sacrificio humano. Este acto no se consideraba mera violencia, sino un deber religioso.
Los sacrificios servían para:
- Alimentar al sol: especialmente a Huitzilopochtli, para que siguiera su curso diario.
- Fecundar la tierra: asegurando buenas cosechas mediante la sangre y corazones ofrecidos a los dioses agrícolas.
- Renovar el universo: imitando el sacrificio original de los dioses en la creación del Quinto Sol.
Muchos de estos rituales se realizaban en lo alto de los templos piramidales y formaban parte de festividades religiosas que involucraban música, danzas y ceremonias sagradas.
El calendario ritual y la vida religiosa
La vida en la sociedad azteca estaba profundamente marcada por su calendario ritual, que consistía en dos sistemas paralelos:
- Tonalpohualli: un calendario de 260 días con 20 signos y 13 números, utilizado para adivinación y asuntos religiosos.
- Xiuhpohualli: uno solar de 365 días, dividido en 18 meses de 20 días más 5 días nefastos llamados «nemontemi».
Cada fase del calendario tenía su propio conjunto de dioses, rituales y fiestas. Entre las más importantes destacan Panquetzaliztli, en honor a Huitzilopochtli, y Tlacaxipehualiztli dedicada a Xipe Tótec. Estas celebraciones reunían a toda la comunidad en rituales masivos, fortaleciendo la cohesión cultural y espiritual del imperio.
Los mitos de Quetzalcóatl
Quetzalcóatl, «la serpiente emplumada», ocupa un lugar central en la mitología azteca y es una deidad compartida también por otras culturas mesoamericanas. Era un dios civilizador, inventor del calendario, de la escritura, y patrón de los sacerdotes.
Entre los mitos más célebres se encuentra el de la creación de los humanos. Se dice que Quetzalcóatl descendió al Mictlán para recuperar los huesos de los seres muertos en eras anteriores, y los mezcló con su sangre para crear la nueva humanidad.
Además, se cuenta que tras ser engañado por Tezcatlipoca y deshonrarse, Quetzalcóatl se exilió hacia el oriente, prometiendo regresar algún día. Esta leyenda estaría en la base de la confusión de los mexicas al recibir a Hernán Cortés en 1519, creyendo que era la reencarnación del dios que regresaba.
Mitología y poder político
La mitología no solo era parte de la religión, sino también una herramienta política. La fundación de Tenochtitlán, por ejemplo, fue legitimada mediante una señal divina: un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente, enviada por Huitzilopochtli.
Los emperadores mexicas afirmaban tener un linaje divino y realizaban elaborados rituales para demostrar su conexión directa con los dioses. El templo mayor era el centro espiritual y político, y su arquitectura reflejaba el conflicto cósmico entre H